Flamencos
Del perfecto maridaje entre las diferentes culturas asentadas en Andalucía con los distintos elementos étnicos y musicales, de donde surge la materia prima o folklore de la que más tarde florecerían los estilos flamencos.
Es hacia el primer tercio del siglo XVIII cuando empiezan a conocerse una serie de coplas cuyos contenidos dejan de pertenecer al dominio popular y pasan a ser privativas de un estrato social de la Baja Andalucía conformado, por lo general, por individuos más asimilados, entre los que se encuentran gitanos, jornaleros, bandoleros, presidiarios, mendigos, etc.
Este colectivo marginal del Sur, tiene su origen en el lamentable estado del campo andaluz y en la decadencia de la artesanía y el comercio con América durante los siglos XVII y XVIII, sobre todo a partir de 1640 y durante los siglos XVIII y XIX, en que aparece lo que algunos historiadores llaman el subproletariado, es decir, una clase social ajena al mundo del trabajo a los que se sumaron ciertos grupos marginados como los gitanos y moriscos.
Es a partir de entonces cuando se atisba la creación de un nuevo tipo formal de copla popular andaluza y la forma de un nuevo modo expresivo individual, absolutamente trágico y con contenidos vivenciales de un nivel superior. Estas coplas, que aluden a la apelación de la muerte y el destino, a la dureza y el peligro del trabajo, a los oficios típicos de la sociedad andaluza, así como a las actividades eminentemente gitanas, al culto reverencial a la madre o a la ruptura de la vida familiar por mor de la cárcel y la circunstancias que la rodean, se articulan en una estructura musical diferenciada a finales del siglo XVIII y durante el siglo XIX.
El flamenco es, por consiguiente, una manifestación musical que madura en la memoria de un colectivo marginal andaluz desde hace dos siglos y medio.